El tiempo transcurrido desde que una gota de agua abandona la nube y cae al suelo está condicionado por tantos factores que hacen casi imposible predecirlo con exactitud. Suponiendo un escenario ideal en el que la gota sea perfectamente esférica e indeformable, que no haya viento para que la trayectoria de caída sea perpendicular al suelo y que la velocidad sea constante, sobre la gota actúan dos fuerzas: su propio peso y la resistencia al avance que opone la atmósfera.
FUENTE: MUYINTERESANTE.ES
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